Ya está, primer mes acabado. Se acabó mi adorado Bilbao por un tiempo, hola Turín.
Creo que no podía haber elegido mejor lugar para probar(me) ciertas cosas. Podía haberlo hecho en mejor época, pero una vez aquí es fácil acostumbrarse y tristemente, también lo es caer en la indeseada rutina. Una se cansa de no hacer nada, y cuando menos ganas tengo de hacer algo es cuando no lo hago. He dejado de lado totalmente a lo que me he estado dedicando estos últimos cuatro años, y cada vez que lo pienso siento un plastazo por no saber nunca qué rumbo tomar, no saber aclarar mis ideas y ser simplemente caprichosa. Quizá ahora necesite a alguien que me diga qué hacer y ser obediente de una vez. No sé cuánto tiempo aguantaré aquí, no sé cuanto tiempo me aguantará él, pero para ambas dudas ansío una única respuesta.
Espero sobrevivir por mí msima lo antes posible, aunque despues de 24 años, un mes más no es nada. Espero que sólo sea un mes. Mientras, sólo me queda pasear por esta gélida y agradable ciudad. Caminar por avenidas y callejones, buscar un hueco en el que ser útil y una vez asentada, pensar en lo que Malhecha puede crear o seguir aprendiendo. Que haga de una maldita vez algo y no se le quede todo en ideas, planes y bocetos. Que no se arrepienta de no haber hecho el 80% de las cosas que se le han ocurrido. Joder, Malhecha, dedícate a lo que debes! Ahora mismo sólo me siento Amancay, la que se cree que se ha ido a buscar la vida.
Sólo me queda aguantar la nevada en pie. Dándonos las manos enguantadas al calor del bolsillo de su abrigo.
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