Después de veinticuatro años, cuando debía festejar el vigesimoquinto, me he dado cuenta de que lo que yo creía una tonta celebración al azar del desmeritado (esta palabra existe?) día en que mi madre me expulsó de su útero para empezar a acabar, en realidad sí despertaba algún interés en mí, en una esquinita muy oculta en mis entrañas había una pizca de ilusión . Y ha sido un tremendo asco descubrirlo.
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