jueves, 15 de abril de 2010

Shaved pussycat

Los Sphynx. A veces me parecen tremendamente feos y otras tremendamente adorables. Con sus mil arrugas, su puro pellejo, sus enormes orejas, sus grandiosos ojos. Y si es un sphynx asiamesado ya no puedo sino querer oprimirlo entre mis brazos hasta que haga crack. Adoro a los gatos, qué le voy a hacer. Son más bonitos y elegantes que vosotros. Incluso a veces hacen más y mejor compañía. Siempre he tenido y dejo pasar el tiempo sólo mirando qué hacen. Corren, hablan, se pelean, juegan, discuten, tienen pesadillas, tienen espasmos, quedan medio muertos de tan bien que están dormidos, se lavan, se peinan, se hacen la manicura, catan lo que comes, curiosean, pasean... No sólo duermen, cagan y comen. Y no son nada asociales. Por lo menos los que yo he tenido. Creo que nos entendemos bastante bien.

Niba debía de ver lo mismo en los gatos sphynx. Esta italiana de la que no sé nada más que eso, ha creado con terracota, esmaltes y sus manos unas preciosas esculturas de estos gatos. Les ha enfundado en PVC y los ha tatuado. Y le han quedado así:






Quiero un gato pelado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario