domingo, 8 de agosto de 2010

Cerebro, mano, corazón

A la cuarta fue la vencida. Aunque ahí-ahí le anduve, a punto de dormirme. Es lo que me pasa con las pelis largas o las que pongo después de comer, que el cerebro prefiere apagarse.
Esta vez no vi la peli en el sofá de casa, sino en un teatro con una orquesta en directo, como antiguamente se hacía. La versión era la encontrada en Buenos Aires hace un par de años, con más metraje que las que había intentado ver hasta entonces. No voy a hablar de tecnicismos ni historias concretas, eso se lo dejo a los entendidos, pero yo como mera aficionada al séptimo arte he de decir que esta me gustó, y mucho. La arquitectura me maravilló, así como la estética general y la forma de actuar de María, principalmete cuando es "la falsa". Y el robot mola, absoluta inspiración para el dorado droide de Gorge Lucas.
Fue una suerte que mis vacaciones canadienses fuesen en los días en los que allí se celebraba el festival de cine Fantasia, donde pude disfrutar, además de la proyección de Metropolis, de unas cuantas frikeces que de otro modo no hubiese videado o por lo menos, ni tan pronto ni en cine.

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