martes, 10 de agosto de 2010

El dedo más feo del mundo

Los pies son feos, no nos vamos a engañar (por mucho que vuestros respectivos os digan que los vuestros no), pero podemos hacer algunas cosas para empeorarlos. El año pasado por lo menos iba contenta con mi precioso vendaje (esto me pasó), pero esta vez ni eso. Así fue como ayer me hice con mi nuevo horroroso y doliente dedo gordito:

Dormía yo plácidamente junto a mi fiel y bonita mascota de metro ochenta cuando su aparato del diablo llamado teléfono móvil me despertó. Eran las doce, sí, pero son vacaciones! Con pocas ganas, me doy cuenta de que es absolutamente necesario levantarme e ir a evacuar líquidos. Con los ojos medio cerrados voy, vuelvo, y al poner mi culo en la esquina de la vieja cama... croc! No, joder, tiene que soltarse esta mierda ahora, después de años y años y años y años que tendrá?! Pues sí, parece que es el mejor momento. Hago un mínimo esfuerzo con los párpados para ver qué había ocurrido y tras un resoplido veo que sí, que ha cascado y no hay manera de arreglarlo, o por lo menos no al momento. A los dos minutos de despertar sobresaltada, ahí estaba, en paños menores levantando un colchón y moviendo (maldito sea!) un somier. Él tiró antes de que yo lo sujetase y... chof! kilos de madera y metal sobre mi pie, dedito "espachurrado". Todo eso pasó en los 4 primeros minutos de mi mañana. La noche anterior, no pudimos reproducir una peli, no había ningún libro apetecible para el momento, no encontré ni un Quiz y no podía dormir. Yo veo más que claro que alguien no me quería en esa casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario