martes, 9 de marzo de 2010

Grandes bolas de fuego

Nueve de la mañana. Debería estar entrando en clase, pero acabo de despertar por culpa de los malditos rayos del sol que entran por las rendijas y me queman los ojos. Me pides que cambie las cálidas sábanas que aún llevan tu olor por el frio azote del viento que hiela los huesos. Entonces me convierto en Gizmo y logras que salga, yo a ritmo de Jerry Lee.



Pero no escapo. Sólo espero que pase el tiempo para volver a meterme en las preciadas rejas de tu cama.

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